Hay ocasiones en las que acercarse a una película sin resultar demasiado revelador sobre importantes elementos de la trama resulta una tarea francamente complicada. No obstante, dicho problema se acrecienta cuando el propio filme se perfila como un gran enigma en sí mismo y casi comentar cualquier pequeño detalle argumental resulta excesivo. Ese es el caso de “El truco final (El Prestigio)”, nuevo trabajo del responsable de extraordinarias obras como “Memento” o “Batman Begins”.

“El Prestigio” (permítaseme la licencia de referirme a ella por el que debería ser su título) es una cinta con sucesivas capas de análisis, pero la menos reveladora (a la par que la más importante) nos permite hablar de la rivalidad entre dos magos, antaño amigos, que viven obsesionados con estar por encima del otro y esa obsesión determina sus vidas de forma inapelable. Por el camino nos cruzaremos con otra rivalidad, en este caso en el campo científico, sacrificios, sabotajes, fallos, aciertos, pero ante todo con el componente enigmático que plantea el filme, creado como si de un propio truco de magia de tratase, aunque calificarlo como tal resultaría de una simpleza imperdonable.

Chritopher Nolan consigue que en este largometraje cohabiten (como mínimo) dos películas de diversa naturaleza. La primera de ellas gira alrededor de la faceta de entretenimiento de la propuesto, más complejo de lo habitual debido a sus continuos saltos temporales y espaciales que los espectadores que se opongan a la rotura de la linealidad de la historia pueden rechazar. Es aquí donde debemos adscribir la historia de rivalidad entre los magos interpretados por Christian Bale y Hugh Jackman, la cual no tarda en alcanzar la categoría de obsesión, el tema fetiche (1) en la carrera de su director. Esta cara de la función radiografía la personalidad de sus protagonistas (sometiendo al resto de personajes a una función meramente accesoria) a la par que desarrolla una mezcla de intriga y drama destinada a satisfacer a todo tipo de público. Cierto que la elegancia de la puesta en escena de Nolan (menos preocupado por el virtuosismo que otros compañeros de trabajo, pero no por ello menos brillante), el estupendo trabajo en facetas “menores” (ambientación, vestuario, fotografía, etc.), el remarcable trabajo interpretativo y la alteración de una estructura narrativa convencional eleva a “El Prestigio” por encima de la naturaleza de mero entretenimiento.

Lo que sucede es que hay que saber ver más allá de lo que parece ser la película para encontrar el auténtico desafío que nos depara “El Prestigio”, que guarda ciertas semejanzas con la excelente “Adaptation” en ese aspecto. El personaje de Michael Caine nos recuerda nada más abrirse el filme las partes de las que consta todo truco de magia y “El Prestigio” abraza abiertamente esa definición para construir lo que, de forma quizá un poco reduccionista (nos ofrecen suficientes elementos de análisis más parciales a lo largo de sus dos horas de metraje para no quedarnos sólo en eso, pero que todo gira a su alrededor es innegable), es un enorme truco de magia, que coincide con la muy menor “El Ilusionista” en una tendencia sobre-explicativa en sus minutos finales. No obstante, lo que diferencia la cinta de Nolan a la de Neil Burger es la extrema coherencia que ésta tiene en “El Prestigio” respecto a lo que nos ha ido mostrando y la necesidad de su (relativa) deficiencia dentro de las necesidades de esta “cara” de la función.

Uno de los rasgos más destacables de su guión es la ya comentada ausencia del desarrollo lineal de la historia, pero ésta no obedece a razones puramente arbitrarias como sí sucedía en la reciente “Babel”, sino que puede verse como un mecanismo de fusión entre el componente ilusorio de un truco de magia y las posibilidades narrativas del medio cinematográfico. Otro elemento de interés del guión que los hermanos Nolan han extraído de la novela de Chritopher Priest recae sobre la distinción de la clase social de ambos con diversas adscripciones genéricas, pues la abultada cuenta corriente de Angier (2) tiene su reflejo en ciertos rasgos propios del cine de ciencia ficción, mientras que los limitados recursos de Borden adoptan rasgos más terrenales. Esta dualidad impregna otros muchos elementos de la función, como los apuntes sobre la rivalidad histórica de Tesla y Edison, algún personaje cuya actitud va y viene y también puede verse en su tramo final.

Interpretativamente, el que más sale ganando es Hugh Jackman, puesto que su personaje es el hilo conductor de las dos líneas narrativas que nos depara la película. Esto se ve claramente en su intento de dilucidar los secretos del truco del hombre transportado de su rival y su obsesión por superarlo. En la otra, su rivalidad con Borden por un trágico suceso nos depara un duelo más equilibrado en el que la propia película hace más por conseguir que Jackman destaque sobre el notable trabajo de Christian Bale. Con “El Prestigio” Jackman reivindica sus virtudes como actor dramático y el filme no olvida su carácter dual para él, ya que la faceta alcohólica que nos ofrece resulta irresistible. Por su parte, Bale permanece más en la sombra, bien guarnecido bajo una familia que quiere y un truco fenomenal que tiene ideado desde hace tiempo pero al que, por sí mismo, no termina de sacar todo el partido que ofrece, pero la (relativa) grisura de su personaje no le impide demostrar su talento. Por su parte, ningún pero cabe ponerle al trabajo de Michael Caine, compañero y mentor de Angier, ni a la sugestiva presencia de David Bowie como Tesla (aunque su personaje resulta algo desaprovechado). Más peros cabe buscar al apartado femenino del reparto, pero la importancia accesoria de sus personajes les impide lucir dentro de su (muy) limitada importancia en el relato. Si acaso, el personaje de Scarlett Johansson tiene algún momento de cierto brillo, pero uno no puede evitar pensar que ella está en la cinta para lucir ropa ajustada que provoque el babeo del público masculino.

Al final, lo que nos depara “El Prestigio” es una película con diversas lecturas que también puede satisfacer a la gente que busque un mero entretenimiento (3), pero que no conviene limitar a apenas eso. Las virtudes en casi todas sus facetas las veo difícilmente discutibles si se acepta la apuesta que hace la película tanto a nivel conceptual como estilístico y lo mejor de todo es la capacidad que tiene esta nueva maravilla de Chritopher Nolan de crear tal cantidad de pequeños matices que sus (discutibles) defectos se empequeñecen a medida que uno reflexiona sobre la película.

(1) De “Following” (su primer largometraje) a “Batman Begins” la obsesión de sus protagonistas vertebra todos sus trabajos, ya sea por las vidas ajenas en su ópera prima, por la muerte de su esposa en “Memento”, la muerte “accidental” de un compañero a sus manos en “Insomnio” o la venganza de la muerte de sus padres (por mencionar sólo una) en “Batman Begins”. De hecho, ya en “Doodlebug”, su último cortometraje de apenas 3 minutos de duración, se presagiaba esa constante temática, puesto que su protagonista se obsesionaba con atrapar a un misterioso ser que aparecía en su salón.

(2) La película hace varias alusiones al coste económico de la obsesión de Angier por superar a su rival, pero no se incide en la procedencia de la misma, ni en la necesidad que tiene de hacerse mago, ni tan siquiera de cómo dos hombres de mundos tan distintos se conocieron e hicieron íntimos antaño. La diferencia de clases no parece interesar en sí misma, pero sí las diferencias que esto puede ofrecer en el nivel de las posibilidades que tienen ambos para desarrollar su magia.

(3) No obstante, en ese caso lo más probable resulta que se carguen la película por su desenlace, como ya sucedió con una pareja presente en la misma sesión que quien esto escribe, la cual catalogaba al filme como bien entretenido hasta que todo se derrumbaba al final. Es la pega de quedarse sólo con una de las caras de “El Prestigio”.

SPOILERS (los que comenten lo que sigue, por favor, matizad en vuestro comentario que vais a hacer referencias spoileras)

Como ya avisé días antes estos próximos párrafos van a ser un comentario repletito de spoilers sobre “The Prestige” básicamente orientado a que aquellos que ya hayamos visto la película podamos comentar cosas sin la necesidad de cortarnos para no fastidiársela a los que aún no la hayan visto. Para ellos ya he colocado una análisis procurando evitar a toda costa referencias explícitas a la película que además sirve como base (no me voy a dedicar a repetir lo mismo paso a paso dando ejemplos) a las sucesivas apreciaciones del texto que nos ocupa. Matizado esto, ¡vamos allá!

El mayor elemento de discusión reside sobre las características de su desenlace. Cierto que el asunto de los clones del personaje de Jackman había quedado claro varios minutos antes, pero el asunto del hermano gemelo de Bale puede verse con facilidad como un rasgo para conseguir un final sorpresa, pero las características de tal giro (en sí misma es una excusa algo absurda) unidas a las cuantiosas pistas que el filme ha ido desgranando y el no haber hecho la trampa de recurrir a los efectos especiales para disimular la apariencia (y voz) de Fallon refuerzan la tesis de la película.

Nada más comenzar, el personaje de Michael Caine explica las fases de un truco de magia y hacia el final se nos recuerda que “El público prefiere seguir engañado”. ¿Mera excusa para resolver las deficiencias de su desenlace o perfecto (aunque no apasione) cierre para lo que la película nos propone? No dudo que habrá bastantes que opten por la primera opción, pero yo creo que los presuntos errores referidos a lo que nos desvela al final se deben a la elección de los hermanos Nolan de estructurar la película como un complejo truco de magia, que explicado (sobreexplicado a decir verdad) deja a las claras todos los (posibles) errores del relato e incluso puede llevar a la conclusión de lo innecesario de lo que hemos visto hasta entonces. ¿Acaso hay algo más absurdo que recurrir a la memez del hermano gemelo? Ah sí, ¡recurrir a lo de los clones!, pero ahí la película había jugado de forma justa con el espectador (1), con lo que ponerla a caldo depende simplemente de que a uno le apetezca o no.

El problema es que “The Prestige” en realidad es la ejemplificación del truco del protagonista en la sombra de la función, ya que es Jackman sobre el que recae el peso del avance narrativo de los hechos, pero es de Bale de quien la película se sirve para engarzar la magia con el medio cinematográfico. Esta no es la ocasión de sacar a relucir el manido concepto de suspensión de la incredulidad para que, según cada uno, el desenlace cuele o nos parezca la tomadura de pelo definitiva. Lo que sucede es que la película se disfraza de entretenimiento lujoso y algo atípico (los constantes saltos temporales y espaciales) y, más allá de la efectividad de dicha faceta (fácilmente puede mantenerte adicto a la historia o importarte tres pimientos, eso ya depende de las inquietudes y gustos de cada cual) lo que ofrece el desenlace es la certeza de una película perfectamente preconcebida como aproximación a la esencia de la magia, en el fondo inexistente al no ser más que una ilusión y destruida la misma lo que queda es un chasco de tres pares de narices.

Pensaba comentar algún aspecto más en esta revisión spoilera, pero entre la falta de tiempo y ganas y que creo que lo realmente importante que se revele más de lo debido de la cuenta reside en lo ya comentado zanjo el asunto aquí.

(1) (aviso que este 1 pertenece a la parte con spoilers) Vale que ver la muerte de Jackman al principio puede rebatir esa afirmación al no conocer lo de los clones, pero el filme no intenta ocultarlo cuando se desarrolla el meollo de todo.